martes, 21 de octubre de 2025
domingo, 19 de octubre de 2025
jueves, 2 de octubre de 2025
Furor Español
Había una vez un barco de la Armada española llamado “Furor”. Sí, como lo oyen: F U R O R, un término que evoca tempestades, bramidos de cañón, ímpetus guerreros y hasta la bravura de los tercios de antaño. Un nombre que intimida y presume que España aún es capaz de rugir en alta mar como en los tiempos imperiales.
En su primera gran misión de decoro internacional, iba
a algo mucho más peligroso que una guerra: escoltar una flotilla civil (FLO. TI. LLA: Flota pequeña) con un cargamento muy amenazante: harina, arroz, leche para
bebés, agua y medicamentos. Y mucha DIGNIDAD rumbo a Gaza para personas sometidas
a un hambre brutal. Una misión humanitaria, un acto de decencia que no han
acometido los gobiernos mundiales.
El “Furor Español”,
un rugido que se quedó en bostezo, tornó en un susurro de papel mojado:
promesas huecas, discursos hinchados y luego, silencio. Era una retirada planeada,
cálculo político y postureo.
Pero sí, esa fiereza de la PIEL DE TORO” sí estaba, pero no
iba en un buque de guerra, sino en una flotilla (FLOTA PEQUEÑA) encabezada por “El
ALMA” un barco sin almirante en que navegaban unos atrevidos cuyo único emblema es el arrojo y el coraje. Una flotilla que resignificó
y encarnó en sus propias vidas y en sus cuerpos ese nombre de epopeya, FUROR, como
la capacidad de sostener una gesta encomiable de humanidad.
Estos valientes han sido secuestrados. La zona de exclusión
es un invento israelí, Cada barco es territorio español asaltado,
España ha sido atacada por otro Estado y debe responder. La bandera que
ondea sobre una embarcación determina su nacionalidad y la jurisdicción que la
protege. La interceptación de un barco con nacionales españoles y
materiales humanitarios legitima —por derecho, por decoro y por interés
político— una respuesta del Estado que vaya más allá de los comunicados
timoratos.
El Gobierno ya no puede plegarse a las presiones, agachar la
cabeza ante los mismos actores que perpetúan un GENOCIDIO en Palestina y
maquillar su renuncia con tecnicismos.
Porque mientras tanto, en Gaza, sigue el hambre. Y la muerte
Y en esta piel de toro lo único que arde es la vergüenza.
El episodio no es solo una lección política: es una herida
ética. Una flota pequeña ha mostrado que el furor y la fiereza que necesita el
mundo ahora no está en las armadas ni en los gobiernos cuando se enfrentan a piratas
y al poder que intimida. Y cuando un Estado ataca impunemente la respuesta no
puede limitarse a la demagogia sino la audacia para poner los derechos humanos
por encima de los intereses geopolíticos.
Gobernar es decidir, y decidir implica un coste, una renuncia, a gustar a todo el mundo, a las adulaciones y alabanzas, conlleva asumir ser criticado y quizás vilipendiado.
La realidad exige acción, GESTAS y no gestos de sumisión,
cálculo y la vieja costumbre de lavar la conciencia en comunicados de prensa.
¡Dios aborrece a los tibios!
Acción es ACTUAR CON MÁXIMA FIRMEZA Y DETERMINACIÓN
- ROMPER CON EL ESTADO TERRORISTA DE ISRAEL
- CONCLUIR LAS RELACIONES DIPLOMÁTICAS y COMERCIALES
-
BOICOT AL COMERCIO DE ARMAS
-
EXPULSIÓN DE TODOS LOS EVENTOS INTERNACIONALES Y
NACIONALES
-
EMBARGOS Y SANCIONES
La acción humanitaria no puede quedar en manos del
altruismo individual: los gobiernos deben asumir la protección.
Si una flota civil debe arriesgar vidas para llevar pan y medicinas, es porque
las instituciones internacionales han fracasado. La movilización por la vida y
la dignidad no puede depender de que personas pongan sus cuerpos en la mar;
debe ser una política colectiva de Estados.
En ese sentido, la propuesta de Gustavo Petro de crear una
fuerza internacional —una iniciativa para proteger civiles y corredores
humanitarios y hacer cumplir el derecho internacional— merece ser tomada en
serio y debatida por la comunidad internacional como una opción de protección
activa y enfrentar la impunidad y el despotismo de los matones.
“La tolerancia es un crimen cuando lo que se tolera es la
maldad”, decía Thomas Mann
La paradoja de la tolerancia, formulada por Karl
Popper, nos ha de servir de alerta:
“Una sociedad tolerante no puede tolerar la intolerancia,
ya que esto podría llevar a la destrucción de la propia tolerancia”
miércoles, 24 de septiembre de 2025
Palestina somos todos ¡Haz tu parte!
¡Haz tu parte!
Durante casi dos años ya, día tras día, estamos asistiendo en directo, no a una tragedia o catástrofe infaustamente sobrevenidas, sino a acciones premeditadas, proyectadas y operadas por la mano del hombre, lo que desafía todo entendimiento humano. Es la masacre sistemática de seres humanos por los bombardeos incesantes del Estado de Israel sobre la Franja de Gaza y el asedio inhumano que extiende también a Cisjordania, con especial saña sobre los niños. Según datos de UNICEF, más de 50.000 niños han sido asesinados o heridos desde el inicio de la ofensiva israelí. Cada número es una vida truncada, una familia devastada, una infancia arrebatada.Estamos contemplando el colapso de la esperanza. La Comisión Internacional Independiente de Investigación de la ONU ha concluido que Israel ha cometido y sigue cometiendo genocidio contra el pueblo palestino, de al menos cuatro maneras distintas de las cinco posibles: asesinatos, daños físicos y psicológicos graves, condiciones de vida destinadas a provocar la destrucción del grupo y medidas para impedir nacimientos.
Paralelamente, Israel ha infringido un daño dirigido a la total devastación del entorno urbano y ecológico: clínicas y hospitales, escuelas, colegios y universidades, templos, edificios civiles, inmuebles, fábricas, cultivos, redes de transporte, caminos… El acceso a alimentos, agua y medicinas ha sido bloqueado deliberadamente, y se han emponzoñado y taponado con cemento pozos y fuentes, intensificando a propósito el martirio de la población. El hambre se ha convertido en arma de guerra, y más de 400 personas, casi 200 de ellas niños, han muerto por desnutrición. Han bombardeado con "fosforo blanco", un arma química capaz de quemar la carne y profundizar hasta los huesos. El grado de perfidia se hace insoportable cuando los mismos perpetradores se burlan despiadadamente del sufrimiento de sus víctimas, compiten impunemente con el número de bebés asesinados (como trofeo de caza), se recrean grabándose entre carcajadas con los juguetes rotos de niños muertos o con la ropa íntima de sus madres. Los soldados de las FDI y miembros de una execrable ONG norteamericana juegan al “tiro al pato” con las personas hambrientas y extenuadas que acuden a por víveres a los centros de distribución. El culmen de psicopatía, que ninguna distopia orwelliana alcanzara a concebir nunca antes, es la organización de itinerarios y cruceros turísticos para solaz y disfrute de una población evidentemente patológica, o de fiestas con barbacoas y bailes sincopados para felicitar a los soldados y celebrar la consumación de estas monstruosidades. Envuelven toda esta depravación en un relato delirante de "raza elegida por Dios" y de estar realizando una "obra divina".
Vemos, en categórico presente y en primera plana, múltiples historias que desgarran la conciencia. Una pediatra gazatí pierde a 9 de sus hijos en un ataque aéreo israelí. Una niña es acribillada dentro de un coche con 355 balazos, junto a toda su familia y los sanitarios que acuden en su socorro. Un niño huérfano camina llorando con su hermana pequeña a hombros, recorriendo por enésima vez una travesía a ninguna parte. ¿Cómo se sobrevive a eso? ¿Cómo se reconstruye una vida cuando el mundo parece haber normalizado y aprobado el exterminio de los más vulnerables?
¿Cómo podemos sostener esta atrocidad sin enfermar, sin somatizar el trauma, sin disociarnos en una parte insensible, encapsulada, e indolente? ¿Sin que adolezca nuestra salud mental y emocional?
¿Dónde está la justicia? La ONU ha instado a Israel a cumplir con las medidas provisionales dictadas por la Corte Internacional de Justicia, que incluyen el cese de actos genocidas y el acceso sin trabas a ayuda humanitaria.Juristas, académicos y operadores jurídicos, en España y otros países, han calificado las acciones de Israel como crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad y genocidio, exigiendo sanciones y la rendición internacional de cuentas.
Sin embargo estas órdenes han sido ignoradas por la Comunidad Internacional hasta ahora. Ahora que algunos líderes empiezan a tomar la delantera de una movilización civil imparable, ahora que conviene tomar y replicar la denuncia irrefrenable de los pueblos y sus gentes. "Nunca es tarde..."
Israel no atiende a ninguna ley, no rinde cuentas, y esto le hace inconciliable con el derecho internacional. Es incompatible con la humanidad. Es una aberración y terminará por desaparecer. Es su destino.
Esto no es solo una denuncia. Es un grito. Un grito por cada niño que no volverá a jugar, por cada padre que llora sobre los escombros convertidos en sepultura de los suyos, por cada vida que el "poder mundial" ha decidido mirar de reojo. El silencio internacional no es neutralidad: es complicidad.
La historia juzgará. Sí. Pero ahora Palestina no necesita discursos de lucimiento personal y proclamas tramposas. Los palestinos necesitan que no los maten. Quienes tenemos voz y CAPACIDAD de HACER debemos usarlos para lograr ACCIONES (boicot, embargos, sanciones, ruptura de relaciones diplomáticas y comerciales) y que el dolor palestino no se pierda en pensamientos, palabras o en frías estadísticas. La acción es necesaria para generar un cambio. Y se ha demostrado que la protesta audaz y la presión de la gente unida logra transformar la realidad.
Cuando el pueblo se une, no solo exige justicia: reconstruye el tejido emocional que la violencia intenta desgarrar. Marchar juntos, cantar juntos, llorar juntos... Navegar juntos, con activistas, médicos, artistas, abogados, clérigos, marineros y voluntarios de 44 nacionalidades diferentes que componen la“Global Summud Flotilla”. Personas unidas para romper el bloqueo israelí haciendo la tarea que deberían estar haciendo los gobiernos y las instituciones. Sobre ellos van todos nuestros ojos y la vigilia para denunciar como sea cualquier agresión o asalto por parte del Estado genocida de Israel. Es una forma de decir “no estás solo”, de devolverle al mundo su rostro humano.
-Durante el incendio de un bosque, un pequeño colibrí llevaba incesantemente una gota de agua en su pico y la dejaba caer sobre el fuego inclemente. Mientras, otros animales solo miraban y se reían del afán del colibrí, por considerarlo un esfuerzo inútil y ridículo. El colibrí, simplemente les contestó: "Yo hago mi parte"-
¡HAZ TU PARTE!
martes, 16 de septiembre de 2025
Viva la gente que grita, abraza y llora
Sí. Fuimos peligrosamente humanos.
Fuimos esa amenaza que no cabe en sus titulares ni en sus argumentarios: madres
con pañuelos palestinos, abuelas elevando pancartas hechas con sus manos, padres desafiando el introyecto de "los hombres no lloran", jóvenes espantados
por asistir cada día a una sucesión interminable de niños muertos de hambre,
perversamente intencionada. Y enfermizamente celebrada.
Fuimos tan radicales que nos abrazamos. Tan violentos que
lloramos juntos.
Tan subversivos que gritamos y nos desgañitamos dando aullido
al dolor de 20.000 niños salvajemente destrozados.
Madrileños, castellanos, manchegos... ¡España!
Y sus quijotes ondeando al unísono una única y noble bandera. Incluso argentinos, que interrumpieron sus vacaciones para aportar una gota de agua a este sunami redentor de la sed de Gaza.
Surfeamos la ola impulsada por catalanes, aragoneses, vascos, cántabros, asturianos y gallegos. Otros "terroristas"
Los censores maldicientes, desde sus tribunas blindadas, se escandalizaron. No por los millares de cuerpos mutilados, sino por las pancartas que los nombraban.
Les molestó más el júbilo y exaltación de la unión que el terror de las bombas.
Les ofendió más el paso interrumpido de unas bicicletas que la aniquilación desalmada
de seres humanos y la desolación de su tierra.
Y escudados en la defensa del deporte, evangelizaron la
deportividad como táctica para lo que mejor saben hacer: convertir la
empatía en delito.
Nos llamaron “gentuza” por no callar.
Nos llamaron “terroristas” por no mirar hacia otro lado.
Nos llamaron “kale borroka” porque no sabían cómo nombrar la DIGNIDAD.
Pero lo que se convocó en Madrid el domingo 14 de septiembre fue grandioso, admirable,
imponente.
Madrid fue un coro espontáneo de humanidad. Pura armonía de duelo y esperanza.
Fue una fuerza superior y descomunal: Emocionante. Hermosísima.
Una energía que no alcanzan a entender y solo pueden concebir en sus "cerebros reptilianos", primitivos, como violencia.
De la gente emergió un poderío catártico, balsámico. La potencia que se arma con
ternura, la que dinamita el silencio infame con canciones y lemas atronadores
de verdad. La que exige justicia sin pedir permiso, y avanza sin atender a los ladridos
frenéticos de los inicuos y la resonancia en sus poseídos.
Fue la movilización del pueblo que transmutó en un acto de
sanación colectiva. Porque los horrores ejecutados por Israel en Palestina son inabarcables para nuestros corazones, la impotencia se ha instalado como sombra
en nuestras almas y la rabia contenida está desgarrando nuestras entrañas.
El 14 de septiembre el pueblo se levantó, cantó, marchó... Y transformó
la angustia en fuerza. Fue un grito que cura, un chillido que desata la mudez, un puntapié a las vallas de la represión, un salto que convierte la furia en coraje, una conmoción que despierta la perplejidad mundial ante un GENOCIDIO en "Prime Time"
La memoria me trajo la letra sencilla pero vigorosa de esa canción de los 70, “Viva la gente”, del movimiento Up with People, de jóvenes de todo el mundo que cantaban como símbolo de unidad, de fe en el ser humano.
Viva la gente, es lo que nos gusta más.
Con más gente a favor de gente en cada pueblo y nación,
había menos gente difícil y más gente con corazón.”
Que el eco de estas palabras retruene en plazas, redes,
escuelas o fronteras, porque la gente importa más que los eventos, porque
la humanidad no se rinde, y la solidaridad es más fuerte que el miedo.
Y este aliento de la gente unida les enoja.
¡O les aterra!
viernes, 1 de noviembre de 2024
¡No me adapto!
Una víctima es muy peligrosa: daña a todos.
"Quien no encaja en el mundo, está siempre cerca de encontrarse a sí mismo"
No necesito más bondad, sino más conciencia
miércoles, 1 de noviembre de 2023
El Caballero de la Luna Perdida
En un país bastante, bastante cercano, vivía un caballero de temple galante y valeroso, completamente entregado, sin escatimar afanes ni fuerzas de espíritu, al servicio del gran rey Tobe, soberano de las recónditas tierras de Ontos, que se hallan más allá del horizonte de las formas.
Se sabía hábil y capacitado, pues ya desde su infancia su mente había estado despierta y ávida de conocimiento. Además de su destreza en el arte de la caballería, había desarrollado grandes dotes en delicadas artesanías, como construir maquetas, esculpir el mármol, tallar la madera o reunir medidas de regiones de la Tierra para representarlas cartográficamente, entre otras aficiones a las que se solía rendir siempre que las obligaciones de su oficio se lo permitían. resistiendo con dificultad su fuerte tendencia perfeccionista,
Leía todos los libros, textos, tratados y pergaminos que se encontraba. En particular sentía una gran inquietud por saber de los misterios de las estrellas y el cosmos. Muchas noches se quedaba en silencio mirando largamente a la luna, como esperando que fuera ella quien le revelara las respuestas a sus interrogantes.
Contribuía grandemente a la formación de su carácter un marcado rasgo de disciplina y orden, que se impregnaba en su conducta y matizaba sus quehaceres. Tanto que en una ocasión que tenía una cita con el gobierno del rey para revisar los planos y estrategias de su próxima cruzada, acudió a la misma trasnochado por haberse demorado varias horas repasando coordenadas e indicaciones, y para asegurarse de llevar buena nota de todas las premisas y advertencias que expondría a la regia consideración. Para llegar a palacio se asistió de su mejor cabalgadura, vestido con el jubón de las grandes ocasiones, calzas ambarinas, unos pulcros pantuflos encarnados y una capa tudesca que había traído de sus últimas andanzas por tierras germanas, sin olvidarse de prender su resplandeciente espada a la pretina que ceñía su cadera y acicalar la testa con un sombrero de penachos cerúleos. De paso, había echado mano del cilindro que le había confeccionado años atrás un artesano toledano en exquisita marroquinería, para portar enrollados y bien preservados de desperfectos o menguas, sus cartas y documentos. Pero, de pronto, cayó en la cuenta:
—¡Perdón majestad! Estaba tan preocupado por tenerlo todo tan correcto y tan impecablemente presentado que olvidé el mapa.
No desacostumbraba a tener que bregar con tales aturdimientos, como si unos duendes traviesos encontraran diversión en pifiarle sus denodados esfuerzos por la excelencia de sus obras.
Por otra parte, él basaba su filosofía en la creencia de que todo en la vida es cíclico y está sujeto a leyes inmutables, como las órbitas de los planetas, la sucesión de las estaciones o la alternancia de las noches y los días. Sin embargo, se le pasaba por alto que así como se suceden los ciclos naturales en el universo, también se alternan en las personas periodos de lucidez y momentos de desvarío, porque a veces la razón se esconde en los rincones más profundos para escapar de la estricta lógica, buscando el desahogo de la imaginación y de la fantasía.
Un día que descansaba después de haber pasado toda una semana luchando con un dragón sanguinario de fuego implacable, que amenazaba con asolar el amado reino de su señor, se quedó observando a lo alto, al cielo. Era un día gris, de esos que permiten que, de vez en cuando, el sol pueda echarse una siesta para que sus rayos recobren su energía de iluminación y calor.
No era la silueta del sol (como hubiera sido lo normal) la que traspasaba la borrosidad con la que las nubes se habían encaprichado en sombrear el firmamento. ¡Era luna! Una extraña luna de mediodía. Un enorme disco de un blanco nítido, brillante, que se colaba como intrusa indiscreta a fisgonear los asuntos en los que se ocupaban las gentes en las horas de luz, tan acostumbrada como estaba ella a ver apaciguarse sus idas y venidas en los crepúsculos y a velar sus sueños en el transcurrir de la noche.
Durante unos minutos, el caballero permaneció atónito, sumido en la contemplación de aquel fenómeno irreverente y desafiante de la armonía celeste. Pero no tardó en sosegar su ánimo de censura con una visión más indulgente acerca de esta extravagancia lunar.
—La luna se ha perdido –pensó- ¡Debo salvarla! Si no, no habrá quien alumbre la oscuridad de la noche.
Como buen caballero intrépido corrió a buscar uno de sus mapas, reparando en escoger entre todos aquel de mayores dimensiones, con el propósito de que fueran lo más proporcionadas posible a la distancia astronómica que le separaba del satélite descarriado.
—¡Aguanta! ¡Serénate! ¡No te preocupes! ¡Yo voy a ayudarte! –gritó, obviando sus márgenes humanos-
Comenzó a andar con ese enorme legajo en las manos, pretendiendo que la luna siguiera sus referencias en la dirección señalada, cuando ante sí y sin percatarse de su perspectiva, sus pies se tropezaron con un buen pedrusco inadvertido que le hizo caer de bruces contra el suelo. El gran golpe infringido en su testuz le privó de su conciencia el tiempo suficiente para que, en el momento en que recuperó el juicio, las sombras ya hubieran sobrepasado al ocaso.
Dolorido pero esperanzado, se dio la vuelta para recuperar el rastro de su radiante protegida, y estando tendido allí, entre un ¡ay! y otro, contempló a la luna paseando su luz a través de la inmensa negrura del cielo, y con voz quejumbrosa, exclamó:
—¡Cómo me alegro de haberte ayudado! ¡Menos mal que yo estaba allí para rescatarte!
Como nada existe en estado puro ni tampoco en absoluta quietud, sino en una transformación continua y, dado que la rueda de la vida está punteada de paradojas, no advirtió que su excesivo rigor en mantener el orden de las cosas, le empujó al delirio que abrió para él las puertas de la magia de vivirse heroico y sobrehumano por unos instantes.
lunes, 11 de mayo de 2020
viernes, 3 de enero de 2020
Del material de los besos
Ella era poeta, sentimental y romántica. Sus palabras, borrachas de sensualidad, sacudían y conmovían la rigurosa compostura de un ingeniero poco acostumbrado a exceder los límites de la técnica.
Conseguía hacer emerger en él una entrega sin límites, sin reservas, con el vértigo de un salto al vacío, pero en la confianza de que su caída era amortiguada por la sensibilidad de su amada.
Se perdía en las vastas proporciones de ese alma soñadora. Se sentía un chiquillo saltando en las alturas de su espacio imaginativo, y descubrió que las emociones se podían saborear o visualizar, como si ella fuera una Frida Kahlo que pintara con palabras.
Se empeñó el destino en separarles por una distancia que alimentó en ella el anhelo de aquella mirada de niño travieso, de su sonrisa, de su voz esponjosa y sus manos inquietas. De sus besos de seda. Engolosinaba su fantasía pensando en abrazarle, rozarle, envolverle de cariño. Deseaba explorarle, buscarle sus cosquillas y sus misterios.
—Diséñame un puente que llegue hasta ti —le pidió un día
—Construido del material de los besos —detalló.
Y él se puso a calcular cuántos.
martes, 5 de noviembre de 2019
Administración Rural de Justicia
Las mayoría de veces eran peloteras por las lindes en los sembrados, las viñas o en los corrales, pero también atendía casos leves de amenazas, injurias y otras agresiones menores a las personas (o a los animales), además de alguna que otra disputa conyugal, para lo cual contaba con dotes que muy bien le hubieran válido para terapeuta de parejas, si tal profesión hubiera existido por aquel entonces.
A Don José le concedieron tan honorable cargo porque su currículo aventajaba a otros por saber leer y escribir. Efectivamente era un puesto honorable. Y ya ¡Pare usted de contar! No disponía de más despacho que la mesa camilla del comedor de su casa, ni podía ofrecer a sus parroquianos un horario de atención estable, ya que de esta actividad profesional no recibía remuneración pecuniaria alguna. Por eso el mantenimiento de su familia le requería (hasta donde su arrojo un tanto desplomado le consentía) atender su pequeño patrimonio agrícola, consistente en dos fanegas de tierra de cereal, cuatro de viña de secano y unos cuantos celemines en la vega, para productos de huerta. Además de la dotación para el mantenimiento de ese capital: dos viejas mulas con su aparejo, un carro, aperos de labranza y útiles para la siega y la vendimia.
Pero como de esto tampoco iban a morir ahítos, su esposa compaginaba la atención a la casa y a la familia con una tienda tan surtida de existencias que lo mismo vendía alubias que azulete para colada, colonia a granel, sardinas saladas, o cordones para los zapatos. Esta actividad, junto a la prestigiosa función judicial de su marido, confería a la familia un estatus de notoriedad entre las gentes de la localidad.
La mujer, que había sido bendecida con una presencia de espíritu bastante más briosa y emprendedora, se levantaba antes que el sol, y pacientemente uncía las mulas con el pesado ubio, mientras su marido almorzaba para no enfrentarse desmayado a los duros afanes del campo.
Y cuando ya estaban echadas las albardas y bien apretadas las cinchas, el Señor Juez se ajustaba sus recias albarcas y, agarrando bien fuerte los ramales de las mulas, se enfilaba hacia sus labores agrícolas. No sin antes atender su responsabilidad funcionarial. Por eso al salir a la calle gritaba a sus vecinos:
— ¿Quién quiere justicia? ¡Que me voy a arar!
jueves, 6 de junio de 2019
Ortodoxia infantil
jueves, 8 de marzo de 2018
Hacerse mujer (Carta a mi hija)
Con motivo del día de la mujer, hoy no quiero centrarme en la queja ni la denuncia que aunque necesarias, también reclaman de andar con otra pata: lo que es nuestra tarea, la de las mujeres. Me paro y me siento a escribir algunas proposiciones que quizás te puedan servir para tu vida ¡Espero que así sea! Aprovecho para hacer llegar, a través de ti, éstos consejos a otras mujeres que vienen o vendrán tras de nosotras. He tomado como base un libro que leí hace años y en el que fui subrayando frases y párrafos por la resonancia que tenían en mí. Sobre ellos he desarrollado mis propias reflexiones. Se trata del texto “Un año junto al mar” de Joan Anderson.
Para empezar ¡Grábate esta idea! Tu alegría y tu bienestar es tu responsabilidad. Sólo tú puedes obtenerlos y sólo tú permites que alguien te los arrebate.
Acoge el silencio como un terreno fértil en el que pueden crecer naturalmente las cosas. No te esfuerces por llenar los vacíos con las amables preguntas insustanciales que por siglos nos han enseñado para remar en la galera de las buenas chicas, las buenas mujeres y las buenas esposas.
Cuestiónate qué implica en tu sistema ser buena. Si ello encierra tragar, callar o soportar lo inaceptable, decide qué serás ahora en lugar de “buena”.
Ante todo, interésate por tu cuerpo. Sé menos cerebral y haz más cosas con él: corre, pasea, danza, baila, canta… Mira si estás siendo negligente, si lo maltratas ¡Hazte cargo! como vehículo que porta tu vida, y acorta la distancia entre el cuerpo y la mente. No ahogues tus sentimientos y aspiraciones en la obesidad, no lo castigues con hambre, no repitas tus carencias de amor vomitando lo que te alimenta, no lo tortures encaramándolo en tacones imposibles y no estrangules tu necesidad de crecimiento y de libertad embutiéndolo en tallas para niñas. No seduzcas.
Métete por entero en tu piel. Necesitas que tu cuerpo se lleve bien con el resto de ti, para probar tu voluntad y tu perseverancia. Ama tu cuerpo ¡Amalo! Tal cual es, con sus defectos. Cuida con mimo sus heridas.
Ten fe en lo que él puede hacer. Que no te arrebaten el momento más glorioso y la experiencia más inmensa de ser madre (si decides serlo) con drogas para “no sentir”. La medicina actual no cree en nuestra fuerza, o no le interesa que sepamos que la tenemos. Nos anestesian las tristezas y los dolores propios de la vida y nos cuentan que son patologías ¡Vaya negocio!
¡Qué demonios! Hay cosas que duelen y, si eres sensible y no un zombi (léase: muerto en vida), tendrás penas y angustias. Llorarás. La buena noticia es que si eres un ser sintiente también vivirás alegrías, gozos y disfrutes auténticos.
Recuerda que no puedes ordenar a tu cuerpo que haga todo esto de un día para otro. Necesitas desarrollar primero una buena relación con él. Tienes que hacerte su amiga, mirar hacia adentro, escuchar sus gemidos y sus crujidos, y ponerte en contacto con lo que te quiere contar.
¡Se tú misma! Es fatal no serlo. Evita la competición. Encuentra tu propio estilo. Sólo has de superarte a ti misma, en cada etapa de tu vida, en cada tarea. ¡No te compares y no hagas comparaciones! Sofoca el deseo de impresionar y céntrate en ser sólo tú, acogiendo con ternura todas tus insuficiencias. No ahogues tu verdadera esencia intentando complacer, o encajando en modas tiránicas, o en costumbres mohosas y rancias tradiciones. No huyas de ti.
Elige ser dueña de tu día, cada día, y no una víctima de él. Irás descubriendo que puedes ir dando pasos sobre tus propios límites, y así irás trascendiendo la persona que eras el día de ayer.
Cada día, también, cruza el umbral del pasado y dirígete hacia las fronteras desconocidas que inevitablemente te conducirán a ti misma, a esa persona que estas destinada a ser.
¡Párate de vez en cuando! Y toma conciencia de cuánto temor controla tu vida. Dentro de ti llevas a una niña que se asustará mucho cuando estés pérdida ¡Y hay que perderse mucho para encontrarse! Tómala de la mano, cálmala, para que no te detenga cuando salgas de tu zona de confort, para que no ande de puntillas en los pasillos que se ocultan a la conciencia, dando vueltas alrededor de los problemas esperando que desaparezcan mágicamente. Es tu responsabilidad.
Muchas veces desearás que tu madre, tu abuela u otras mujeres antes que tú te hubieran abastecido de elecciones hechas para ti, que ellas hubieran andado los caminos que ahora te tocan a ti, pero la que es protagonista hace su propia elección, anda sus propios pasos, mientras que la que no lo es deja que otros la lleven y decidan por ella. Es más cómodo, pero el coste es muy alto: tú misma. Ten seguro que en algún lugar de tu recorrido hay algo que quiere que lo encuentres y lo descubras tú. Precisamente tú.
Las mujeres somos como la niebla: intuimos lo que hay debajo, pero nuestro verdadero yo está tapado por lo que los demás piensan de nosotras. Pero incluso ahí no estarás nunca completamente perdida. Forma parte del proceso y, como dice el viejo dicho, “cuando el alumno está preparado, aparece el maestro”. Encontrarás a alguien, o te encontrará, que te guiará, que se tomará la molestia de mirar más allá de tu superficie para ayudarte a bucear en tus profundidades. Porque tendrás días malos en los que sentirás desprecio por ti misma, y puedes aprovechar esos momentos para mirar tu lado oscuro, tu sombra, y descubrir lo menos agradable de tu ego, y trabajar en ello en lugar de esconderlo bajo las alfombras. Pero también tendrás días iluminados por un sol resplandeciente en el que tu alma no podrá contenerse de felicidad. Acuérdate del proverbio zen “muévete y el camino aparecerá” pues basta que comiences a buscar para que las cosas se pongan en movimiento.
¡Deja espacio para ti misma! Estás tejiendo tu vida. No elijas las telas a la ligera para ese tapiz tan esencial. La vida no es una cosa menor. No combines los colores de cualquier manera. Observa las cualidades que te vas revelando: autonomía, iniciativa, esfuerzo, intimidad, perseverancia… Atiende a tus fuerzas para trabajar y para apoyarte, en cada momento, porque no siempre serán las mismas. No te exijas, porque si quieres terminarlo antes de tiempo solo obtendrás un guiñapo. Recuerda que cada puntada es importante. Si sientes que ahí va un color, no lo sustituyas por otro más apreciado por los demás. Eso sería como falsificar el tejido del que estás hecha. El placer está en la continuidad, en atesorar lo que has aprendido y bordar ese conocimiento en el bastidor de tu biografía. No esperes que las respuestas a tus dudas vengan en los manuales de expertos. Eso sólo sería una copia y tú eres original. Ellas deben proceder de tu propio corazón, no de afuera. Se trata de dar y recibir, de adentrarse y de tirar, penetrando a fuerza de trabajo y tesón.
Haz de la paciencia una de tus virtudes, porque nunca hay un final, una llegada, un ¡Ya está!. Todo está cambiando continuamente y todo lo puedes transformar. ¡Acepta tus límites! Porque la vida contiene más de lo que tendrás tiempo de abarcar y capacidad de comprender. La experiencia te irá mostrando que todo será tuyo a su debido tiempo, cuando llegue la estación de las cosechas. No puedes forzar los procesos.
No pretendas la perfección. Querer ser perfecta es terrible porque te aleja de la verdad. Te obligará a mentir y a falsearte para convencer de lo buena, de lo feliz o de lo eficaz que eres. Si quieres perfectos a los demás tendrás que estar dispuesta a conocerles menos y a que te decepcionen más.
¡Pon límites tú! No seas complaciente. No des demasiado para compensar tus carencias. Ofrece lo que quieras dar de ti, a quien y cuando quieras darlo. No seas servidora. No te conviertas en una espléndida anfitriona de nadie. Recibe con agrado a tu familia, a los buenos amigos y a la gente con quien te sientas a gusto, en pequeñas dosis y en consonancia con lo que tu energía te permita. Aprende a ser responsable de ti misma, la dueña de tu tiempo y de tu destino. Tienes una puerta a tu disposición para que la abras a lo que decidas que entre a tu vida y para que la cierres a lo que no quieres para ti, porque es feo, incómodo, tóxico o dañino. A veces eso te hará sentir despreciable por no ajustarte a lo que se espera de ti. No seas ingenua, a veces necesitas tu rabia y desobedecer leyes o mandatos injustos para protegerte. Recuerda entonces las palabras de Clarissa Pinkola: “La Mujer Salvaje enseña a las mujeres a no ser “amables” cuando tengan que proteger sus vidas emocionales. La naturaleza salvaje sabe que el hecho de actuar con “dulzura” en tales circunstancias sólo sirve para provocar la sonrisa del depredador”. Escucha también lo que nos aportó Ramón y Cajal cuando preguntaba: "¿No tienes enemigos? ¿Es que jamás dijiste la verdad o es que jamás amaste la justicia?”
La rabia te incita a la acción, y la acción te mueve a ser creativa. La acción es necesaria para generar un cambio. Todo lo que se queda en pensamiento o en palabras no vale un pimiento si no se lleva a cabo. La teoría no significa nada si no la pones en práctica. Puedes tener una estupenda receta de tarta de queso pero no la podrás saborear, ni compartir con nadie, hasta que no te pongas manos a la obra. Lo que da vitalidad a la vida es la acción. Dice un proverbio árabe que nunca nadie se ha podido emborrachar a base de comprender intelectualmente la palabra vino. Hay que bebérselo.
Inspírate en las historias de otras mujeres, de tus ancestros, de mujeres que se enfrentaron a vivencias muy difíciles. Eso te inmunizará contra el victimismo. De poner en los demás tu poder.
No confundas el amor con la dependencia, no busques un marido como excusa para no hacerte cargo de la responsabilidad de enfrentar tu propio crecimiento. Una persona se desarrolla en soledad, como un árbol vive de sus raíces aunque el bosque le de protección, y la verdad de cada uno depende de atreverse a hacer incursiones regulares en ella. Ten en cuenta que para llegar a la verdad sufrirás bastantes desilusiones, porque necesitarás dejar caer tus ilusiones para poner los pies en el terreno de lo real.
Si tienes hijos acepta que ellos no te pertenecen como una propiedad, que un día encontrarán su propia tierra, que se deben a su vida. El amor verdadero se amasa con una porción de ternura y otra de un generoso desprendimiento para dejarles ser lo quieran ser.
Pregúntate qué es lo que necesitas objetivamente para vivir. En realidad se necesita muy poco, la vida puede ser muy sencilla y es muy liberador saber que no tienes que andar tras de acumular cosas, sea lo que sea, a lo que te puedes hacer adicta: lujos caros, simpatías de la gente, fama, dinero o poder. Son buenos los ayunos para acallar el hambre de cualquier tipo y no atraparse en estas cosas.
Aprende a prestar atención a tus instintos y a tus sentidos. Ellos te informan de lo que necesitas, son como las flechas que te guían en el camino hacia ti misma. Así que, quita la piedra en el zapato cuando te moleste, no esperes a que te haga herida porque te avergüence descubrir tu pie. Para mantener vivos tus sentidos tienes que usarlos. Si no te dueles te volverás indolente.
Conserva siempre una parcela propia de intimidad para ti misma, un espacio en el guardes lo que es sólo asunto tuyo. Si la delatas, perderás parte de tu fuerza. ¡Respétate tus secretos!
Hija mía, ¡Mujer! Acabo ya. Pero acuérdate de:
- Vivir un poco cada día
- Saludar al sol
- Generar nuevas ideas
- Arriesgarte a nuevas experiencias
- Reconocerte tus logros
- Perdonarte tus errores
- Decidirte a encontrar
- Vaciarte de ansiedad
- Limpiarte de creencias limitantes
- Meditar, reír, cantar, orar…
- ¡HAZTE MUJER!
sábado, 22 de noviembre de 2014
domingo, 10 de noviembre de 2013
Los secretos del silencio
Mientras brillaba el día
El que me miró.
Me brindó sus ojos niños,
pletóricos de agua pura
Una mirada con la extensión del cielo,
al tiempo que su boca se hizo corazón.
Y sus palabras eran latidos,
mientras brillaba el día.
Ese fue el día de las cosas azules,
resplandecientes.
El día en que la aurora bruja
aprendió a restar abriles y dolores.
Su calma profunda,
su audacia serena,
lavaron los ahogos,
mientras brillaba el día
Rompió la melancolía
las cadenas de la lógica.
Y recitaron vida los pétalos de las rosas,
mientras brillaba el día.
viernes, 8 de noviembre de 2013
sábado, 2 de noviembre de 2013
miércoles, 4 de septiembre de 2013
sábado, 17 de agosto de 2013
Sara
viernes, 24 de mayo de 2013
Quiero morder el tiempo
martes, 13 de marzo de 2012
sábado, 6 de noviembre de 2010
Dicen que no hablan...




















